Debate en línea: ¿Puede justificarse alguna vez la guerra? Arnold August.

Debate organizado por World BEYOND War el 21 de septiembre de 2022, Día Internacional de la Paz.

Participan: David Swanson, Arnold August y Youri Smouter

 

Arnold August:

Muchas gracias por la presentación y gracias a David y a Youri por organizar esto y por su invitación. Me gustó la introducción de David, al igual que los libros que ha escrito y que leí en preparación para este día.

Ahora, los Estados Unidos, Estado colonialista imperialista de supremacía blanca y sus aliados de la OTAN, como Canadá, Estado colonialista de supremacía blanca, tristemente conocido por su genocidio de pueblos nativos en mi país, están en guerra contra Rusia mediante su agente, el régimen de Zelensky infestado de nazis. Sin embargo, la guerra no comenzó el 24 de febrero de 2022. Muy al contrario, empezó hará unos ocho años con un golpe de estado pro-nazi respaldado por EE. UU. en Ucrania para que Ucrania permaneciera en la esfera de EE. UU. De ello resultó una limpieza étnicay el bombardeo de las zonas de habla rusa del Donbás con más de 14 mil caídos y 1,5 millones de desplazados.

Como tantos comentaristas de la prensa alternativa en EE. UU. y Canadá, el abogado estadounidense y profesor de derechos humanos internacionales Dan Kovalik, tras repasar los sucesos que condujeron al 24 de febrero de 2022 hace notar, por un lado, las 2 000 violaciones del cese al fuego de Ucrania en la región del Donbás, y, luego, el hecho de que los servicios de inteligencia rusos indicaran que la invasión masiva del Donbás era inminente. Dan concluye, y cito: “Creo que Rusia se vio en una posición en la que no tenía más opción que intervenir”.

Si bien la Carta de la ONU prohíbe los actos de guerra unilaterales, Dan escribe que esta Carta también prevé el artículo 51, según el cual “ninguna disposición de la Carta de la ONU menoscabará el derecho inmanente de la legítima defensa individual o colectiva”. El artículo 51, según Dan, debe interpretarse como el derecho no sólo a defenderse contra ataques armados reales, sino también contra la amenaza de ataques inminentes, y concluye que la operación militar especial rusa constituye un “caso clásico de autodefensa colectiva”. Opino, en base a ello, que la operación militar especial está justificada.

Consideremos los otros dos rasgos de la guerra, además de la militar: la guerra cultural y la guerra económica mediante sanciones. Si bien el conflicto actual data de 2014, la guerra cultural —en el ámbito de las ideas y la ideología— se remonta a la Revolución Bolchevique de 1917,así como a la Revolución China de 1949. La guerra cultural es ahora uno de los principales rasgos de la actual guerra de los EE. UU. y la OTAN contra Rusia.

El objeto de esta guerra es el comunismo. Los principales medios de comunicación del ámbito de los EE. UU. y la OTAN a menudo califican a Rusia de continuar siendo comunista; esto se hace implícitamente, claro está. Por ejemplo, mostrando la bandera de la URSS e imágenes de la hoz y el martillo en sus reportajes, que seguramente habrán visto. Estas insinuaciones, de las cuales hacen gala, pesan mucho en su cobertura del conflicto. Son tan eficaces que una reciente encuesta indica que el 42% de los estadounidenses piensa realmente que Rusia es comunista. Obvio, los medios y los políticos de los EE. UU. y la OTAN se benefician con las dos cosas. Al señalar a los oligarcas de Rusia, la administración Biden implica: ¡Vean lo hipócritas que sonestos comunistas que, entre otras cosas, tienen oligarcas!

La guerra de los EE. UU. y la OTAN contra Rusia también apunta contra China, pero a diferencia del objetivo ruso, esa consiste en una guerra cultural abierta contra el comunismo y el Partido Comunista de China.El papel militar de los EE.UU. y la OTAN en Ucrania es debilitar a Rusia y poner así en peligro la creciente alianza entre Rusia y China como parte del objetivo de la OTAN de contener el aumento de la influencia de China en el ámbito internacional.

Como ya se ha mencionado, la guerra cultural contra el comunismo data de la Revolución Bolchevique de 1917. ¿Cómo es eso? El politólogo estadounidense Michael Parenti escribe que el temor de los EE. UU. y la OTAN a una alternativa al capitalismo se remonta a la invasión de Rusia por parte de los países occidentales en 1918 tras la revolución de 1917. Al evocar el período que precede a la Segunda Guerra Mundial, Parenti escribe que algunos líderes occidentales de entonces esperaban dirigir el expansionismo alemán hacia el este contra el Estado soviético. Salvo algunas excepciones, les preocupaba más el espectro bolchevique que la realidad fascista. Se sentían cada vez más incómodos ante el poder emergente de Hitler, pero no consideraban el fascismo con el mismo temor y aversión que el comunismo.

Esto es muy importante en el conflicto actual en Ucrania. Ahora somos testigos del ánimo que los EE. UU. y la OTAN sienten al aliarse con los nazis ucranianos pugnando al comunismo, a sabiendas de que Rusia no es comunista, mientras que su aliada China sí lo es. Putin, si bien no defiende el socialismo —evidente, la narrativa actual que acompaña a su operación militar especial sigue siendo la desnazificación y oposición a la hegemonía mundial de los EE. UU. Factualmente, esto frustra los argumentos estadounidenses y de la OTAN antes dichos. Y Putin debe lidiar con el influyente Partido Comunista de la Federación Rusa y con millones de rusos que aún ven con buenos ojos a la URSS tanto en su experiencia interna como respecto de la derrota histórica del fascismo. Esta situación constituye en sí un motivo para que la gente de los países de la OTAN considere abandonar el campo de guerra plenamente injusto de los EE. UU. y la OTAN, y apoyar en cambio la postura de Rusia en Ucrania.

Otro rasgo importante de la guerra cultural actual, en particular desde el 24 de febrero de 2022, consiste en equiparar al comunismo y al fascismo. El pacto de no agresión entre la URSS y Alemania de 1939 ahora se exhibe como prueba de que el nazismo y el socialismo son lo mismo a fin de justificar la guerra de los EE. UU. y la OTAN contra Rusia. Sin embargo, ¿cuál ha sido en realidad la historia? La que condujo a la Segunda Guerra Mundial.

Parenti da en el clavo. Hubo repetidas insinuaciones por parte de Moscú de concluir pactos de seguridad colectiva con los Estados occidentales para contener la agresión nazi, pero, todos ellos fueron rechazados por Occidente. Frustrada en sus intentos de formar una alianza antinazi y creyendo (acertadamente, dice) que se estaba colocando a Rusia como blanco de la agresión nazi, la URSS firmó un tratado de no agresión de última hora con Hitler en 1939 para desviar cualquier ataque inmediato por parte de las fuerzas alemanas. Así, a través de una total distorsión de la historia, vemos cuán lejos llega Occidente en su sempiterna guerra contra el comunismo. Los dos rasgos de la actual guerra cultural, el ataque al comunismo y el asimilar el fascismo y al comunismo, ambos, se complementan entre sí.

Así, hoy los pueblos del mundo se enfrentan a la que quizás sea una de las guerras culturales más feroces que hayamos presenciado desde 1917, asistida por los modernos medios sociales y las noticias por cable tales como los medios liberales encabezados por la CNN. En el contexto de la operación militar especial, Putin es el primero en librar una auténtica guerra de ideas contra la espuria ecuación del fascismo de la Segunda Guerra Mundial y de la URSS. Considerada desde este ángulo, la operación militar especial rusa sobre Ucrania es justificable.

Si permitimos que el argumento según el cual el fascismo equivale al comunismo se encone en las mentes colectivas de los pueblos, una Tercera Guerra Mundial, podría ser lanzada por los EE. UU. y la OTAN contra Rusia y posiblemente China en nombre del antifascismo. Sólo por este motivo, los pacifistas que aún vitorean ciegamente la narrativalos EE. UU. y la OTAN, deberían considerar cambiar su cantaleta.

Una vez tratadas la guerra militar y la guerra cultural, ahora queda el tercer rasgo de la guerra: la guerra económica mediante sanciones. Basta con preguntarse, si son tan justificadas, ¿cómo es que cerca del 90% de la población mundial se ha negado a seguir esta vía?

Paz. Hoy, especialmente hoy, deseamos la paz. Nosotros, en los países de la OTAN, en mi opinión, debemos instar a nuestros respectivos gobiernos a fin de que Ucrania negocie un acuerdo de paz que tome en cuenta las preocupaciones rusas, al tiempo que apoyemos la operación militar especial rusa y los referendos que se celebrarán próximamenteen el este de Ucrania, añadiendo así presión para que los EE. UU. negocie,y quizás lograr la paz que todos deseamos. Gracias.

 

Fuente: Cuba Socialista