PERÚ. LA INSURGENCIA DEL 68

Nuestra Bandera:

PERU. LA INSURGENCIA DEL 68 Por Gustavo Espinoza M. En su libro “Camino al socialismo” Augusto Zimmermann, quien desempeñara importantes funciones en Palacio de Gobierno durante el Proceso Militar que hoy cumple 53 en la memoria de los peruanos, recuerda diversos episodios altamente significativos, como el ocurrido en enero de 1969 cuando el general Montagne y un grupo de militares conservadores promovió el relevo del general Juan Velasco Alvarado, como un modo práctico de detener las profundas transformaciones  sociales que se avecinaban. También recuerda que el máximo dirigente de ese movimiento, debió vivir desde el 3 de octubre del año anterior una etapa compleja, que lo obligó a sortear obstáculos que lucían insalvables. Empeñado en liderar una acción que involucrara institucionalmente a la Fuerza Armada, inicialmente tuvo dificultades para persuadir al Jefe de la Fuerza Aérea, General López Causillas, para que se sumara a ella; y le fue aún más difícil involucrar a la Marina de Guerra, tradicionalmente refractaria a cambios progresistas; pero avanzó seguro de alentar una nueva etapa en la vida nacional. Como se recuerda, Velasco tuve el mérito histórico de romper la cadena de dominación que nos ataba a Estados Unidos,  golpeando su eslabón más débil. El 9 de octubre del 68 dispuso que los efectivos de la I Región Militar, al mando del general Fermín Málaga Prado, ocuparan los yacimientos de La Brea y Parias e izaran el Pabellón Nacional en lugar de la bandera de barras y estrellas que había flameado indebidamente antes ante el cómplice silencio de gobiernos  vinculados a la Clase dominante. Cuatro fueron las herramientas que le permitieron al general Velasco conducir los destinos del país durante siete años sin inflación ni crisis económica, no obstante actuar desvinculado del Fondo Monetario  y los organismos financieros internacionales. La Unidad de la Fuerza Armada fue su primera herramienta de victoria. Ella, le permitió asegurar la fortaleza del proceso y su invencibilidad. Ni la Oligarquía tradicional ni las fuerzas más reaccionarias, se atrevieron a desafiar el Poder del Gobierno de entonces y buscaron más bien enfrentarse a él con arteras   maniobras sediciosas. Ellas solo les dieron fruto años más tarde, cuando el propio Velasco, por razones de salud, quedó limitado. La Unidad, sin embargo, dialécticamente, fue la debilidad del proceso. Para conservar la unidad,  fue indispensable avanzar con lentitud, hacer concesiones, retroceder en algunas circunstancias, o incluso no dar pasos necesarios para afirmar el proceso …

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