LA PENULTIMA RESURRECION DE MIKIS THEODORAKIS

Nuestra Bandera:

La Diaria. Cultura / Uruguay · Escribe Roberto López Belloso en Música 3 minutos de lectura El compositor murió este jueves en Atenas, a los 96 años. Ingresá o suscribite¿Ya tenés suscripción?INGRESÁ¿No tenés suscripción?Accedé a 10 artículos gratis por mes con la suscripción gratuita.SUSCRIBITE GRATIS Nadie estaba preparado. Salvo Pereira, ese gris periodista de un pequeño diario portugués. Creado por Antonio Tabucchi y encarnado de manera magistral por Marcello Mastroiani, el protagonista de Sostiene Pereira era tan previsor que alistaba con anticipación las necrológicas. Nadie más. Y menos que nadie los griegos. Nadie tenía pronta su esquela fúnebre porque nadie pensaba que toda esa fuerza de la naturaleza pudiera morir algún día. Por algo los griegos, según se ha dicho, le llamaban Atanatos, “el inmortal”. Sin embargo, Mikis Theodorakis fue más previsor que todos y, al morir, ya tenía lista su resurrección. Experiencia le sobraba: ya había renacido muchas veces antes. A los 17 años, cuando se integró a la resistencia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial. A los 21, en la guerra civil griega, cuando fue detenido, torturado y aislado en los campos de concentración de dos islas egeas. A los 41, cuando tuvo que pasar a la clandestinidad a causa de la dictadura de los coroneles y atravesar, de nuevo, el ciclo de cárcel, tortura y asilamiento; entonces con el agregado de que ya era un compositor célebre y se le agasajó con un decreto especial de la junta militar que prohibió ejecutar, emitir y escuchar su música. Y así hasta, por poner un caso, los venerables 87 años, cuando casi lo ahogan los gases lacrimógenos de los antimotines en una protesta contra las medidas de “austeridad” impuestas por la Unión Europea. Máquina interminable de componer, su relación con la música comenzó en su infancia en la isla de Chíos, cuando un tío le regaló un gramófono. Estudió música en París en los años 50, fue premiado en Moscú por Dmitri Shostakovitch, y compuso varias piezas de repertorio sinfónico hasta que en 1960 se encontró a sí mismo gracias al trabajo con los poetas griegos. Nació así el Theodorakis que surge en la mente y el oído cada vez que se dice su nombre. Ese apasionado gigante lleno de energía envolvió desde entonces, con todas las capas de una orquesta, el núcleo griego tradicional pero nunca embalsamado (pese a su coqueteo circunstancial con el nacionalismo, que siempre es de derechas, Theodorakis fue esencialmente un…

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