CASTILLO PRESIDENTE. YA VA A VENIR EL DÍA…

Nuestra Bandera:

Tomado de la revista “Crisis” ir y ver / una papa caliente / castillo presidenteperú: ya va venir el día, ponte el alma Cuando supo que un tal Pedro Castillo había dado la sorpresa e iba a disputar el balotage, quiso saber de primera mano quién era ese pequeño maestro de gran sombrero. Llegó a la capital peruana los últimos días de mayo, presenció la agónica victoria electoral y se juramentó quedarse hasta el día de la asunción: fueron dos meses eternos, plagados de operaciones destituyentes y nervios de alta tensión. Hasta que, finalmente, hoy Perú comienza una nueva época. Desde Lima, el cronista explica cuáles son los desafíos por venir. POR: MARCO TERUGGI27 DE JULIO DE 2021 Foto: Andrés Bernal “Disfruta tu risotto que va a ser el último que comas en mucho tiempo”, le dice un hombre a otro en un restaurante de Miraflores, frente al océano Pacífico. Alrededor hay perros de raza, runners, surfistas, edificios modernos, jardines cuidados, negocios de marca, autos caros, un estilo moderno, chic, y por momentos pretensioso. Se acaba de confirmar que Pedro Castillo ganó las elecciones y en esta zona de Lima el 85% votó contra él. Castillo es un extraño acá. Nadie entiende su sombrero blanco, su manera de hablar, de vestir, sus imaginarios, realidades, el mensaje que carga, el país que cuenta. Lo subestiman, le temen y desprecian. Los hombres como él no pasean por Miraflores o San Isidro, no se sientan en sus mesas, no salen a correr o a jugar al tenis los domingos en clubes, no toman aviones para vacunarse en Estados Unidos. Ahora un hombre del norte de los Andes, campesino, asumirá como presidente del Perú, contra todas las encuestas de principio de campaña y pese al despliegue de miedo durante el ballottage. Pocas veces se llegó hasta ese punto: los canales de televisión pidieron abiertamente un golpe de Estado, se infundió terror sobre el comunismo y el marxismo-leninismo, las catastrófes económicas que sucederían con su victoria, se instaló el invento de un fraude o de vínculos con el terrorismo, se perdonó a Keiko Fujimori y con ella a toda su historia personal y familiar. Una descarga violenta que puso en juego las memorias irresueltas, silencios y traumas del Perú. Tampoco Castillo imaginó, al inscribirse a la presidencia, que llegaría al ballotage y ganaría. Su repentino ascenso fue producto de una serie de contingencias: el partido Perú Libre no tenía candidato…

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