Análisis de coyuntura, aportes para el debate (agosto 2022)

PLENO DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA ECUATORIANO

CONTEXTO INTERNACIONAL

La comunidad internacional (entiéndase Norteamérica y Europa occidental) sigue ejerciendo su autoproclamado rol de gendarme del orden, la democracia y las libertades en el mundo.  El capitalismo se mantiene en su crisis permanente, que durante estas primeras dos décadas del siglo XXI lleva varias reagudizaciones que, como de costumbre, se han acompañado de las guerras imperialistas en varias partes del mundo que alimentan la economía del desastre, para vivir de la desgracia ajena. 

El año 2022 es un año de desaceleración del crecimiento económico mundial, concepto que en el marco del capitalismo se pretende pero no es equivalente al bienestar de la población, y que definitivamente está relacionado a las contradicciones del capital; pues menor renta implica menor acumulación, que se compensa trasladando el peso de la crisis en trabajadores y trabajadoras.

Las redes sociales lejos de apuntalar la crítica al sistema constituyen también una poderosa herramienta de dominación que fomentan y reafirman principios y valores del capitalismo, fortaleciendo el pretendido carácter natural del orden imperante.  Las manifestaciones contestatarias son marginales y no todas con proyecto ideológicamente orientado.  Las personas más jóvenes van acrecentando la masa de consumidores de interminable basura digital que crean más y mayores necesidades de consumo, atomización de intereses y hasta la ilusión de una lucha antisistema, dentro de las reglas impuestas por el propio sistema.

Un sistema en franca descomposición pero que se reinventa para sobrellevar sus propias contradicciones, avanza por el camino de la autodestrucción, arrastrando consigo a la humanidad.

Varios hechos dan cuenta de tal situación de descomposición, pero también de fuerzas que operan en contra de la hegemonía y en medio de aquello, de ejemplos que persisten en la búsqueda de un camino alternativo de desarrollo.

Un nuevo orden mundial se avecina cargado de incertidumbre, en el que la hegemonía tiende a redistribuirse entre las potencias que configuran un gran conjunto en occidente y otro en oriente; conformados por potencias y sus países satélites.

Así, en este contexto general, vemos a una Europa enfrascada en una nueva guerra imperialista, azuzada por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, que ve en el desafío bélico de Rusia y en la fortaleza económica de China, las mayores amenazas a su hegemonía.  Así, la OTAN es también un indicador de las preocupaciones del imperialismo de Norteamérica y Europa, dejando de lado su preocupación por el África, y con un concepto estratégico actual que mira al este europeo y a los países asiáticos, en busca de mantener la ventaja militar.

La guerra en el territorio del Donbas se ve acompañada por la guerra en el ámbito de la información, en el que se disputa la razón de cada parte interviniente.  Mientras tanto, el nazismo se consolida peligrosamente entre las fuerzas ucranianas combatientes y en el propio gobierno.  Al mismo tiempo, el fuerte resurgimiento de las fuerzas de derecha sigue extendiéndose por Europa, como en el caso del ascenso de la derecha fascista italiana, de cara a las elecciones de septiembre.

La complejidad política que caracteriza la Europa de hoy se acompaña de la compleja situación energética que arrincona a los países dependientes del gas ruso, en medio del conflicto bélico ruso-ucraniano.  La búsqueda de alterativas que reduzcan la dependencia de Rusia es la principal preocupación de gobiernos como el de Alemania, donde el 55% del gas que consume es de origen ruso.  Esta disputa energética es una expresión más de la guerra por el dominio geopolítico para la imposición del nuevo orden mundial.

La migración desde África hacia Europa, las políticas migratorias fascistas adoptadas y su estela de sangre, sufrimiento y muerte son la consecuencia del capitalismo y su inequidad resultante.  Inestabilidad política, corrupción galopante, desempleo, violencia, miseria económica y sanitaria caracterizan el cuadro general del África subsahariana que, con 24% de las tierras cultivables en el mundo y más de un tercio de todas las reservas minerales, sigue siendo una gran colonia de las viejas potencias imperialistas europeas.  En el noroeste, el pueblo de la República Árabe Saharaui Democrática resiste la invasión marroquí, incluso luego del cambio en la posición del gobierno español en detrimento del interés de autodeterminación del pueblo Saharaui.

El crecimiento de China y su influencia en la escena internacional ha pasado de lo económico a lo político, de ahí que los socios de los Estados Unidos en la región (Taiwan, Japón, Australia) se hayan prestado para arrastrar al gigante asiático en una carrera armamentista que desgaste y mine a la única economía que en la actualidad se enfrenta cara a cara, y en su misma ley, con la economía de los países centrales.  La búsqueda de una sociedad modestamente acomadada, en el espíritu de un socialismo con peculiaridades chinas, incomoda al imperialismo, pero no deja de generar incertidumbres si el rol que asumirá China será simplemente el de nuevo centro hegemónico mundial, con relaciones clientelares y mercantiles con el resto, o si eventualmente facilitará condiciones para nuevas relaciones y procesos políticos en países del llamado tercer mundo.

India, una de las economías emergentes más importantes de Asia, va tomando partido hacia Rusia, desde el punto de vista comercial, acrecentando la influencia y las relaciones de intercambio de esta última, que contrarrestan los efectos de las medidas de bloqueo impuestas por los países de occidente y el sabotaje de sus transnacionales.  Los países asiáticos del grupo BRICS cierran filas en el plano comercial, poniendo en mayores apuros a los aliados occidentales.

Más allá de la propaganda occidental con respecto a Corea del Norte, este país se mantiene como un país de peculiar régimen y organización, que construye un socialismo de rasgos autárquicos y que se enfrenta a la comunidad internacional capitalista, sorteando las sanciones de esa misma comunidad internacional, incluso a pesar de las constantes desgracias naturales, económicas y recientemente sanitarias, por el brote tardío de Covid 19 entre la población general.  Sigue siendo la piedra en el zapato de los Estados Unidos, en una región donde los ejércitos y sus maniobras crean la sensación constante de ser foco para una tercera conflagración mundial.

Mientras los grandes medios de información y la opinión pública internacional mantienen suma atención en el conflicto ruso – ucraniano, Palestina sigue sufriendo los ataques del ejército israelí que produce miles de muertes civiles, violación de niños y niñas palestinos, quedando totalmente fuera del interés y rechazo de la “comunidad internacional”.  El flamante primer ministro Lapid, caracterizado como centrista y conciliador, no genera esperanza para la “solución de dos Estados”.

En este lado del mundo, en los Estados Unidos se conocen con frecuencia las matanzas debido a tiroteos, las muertes de negros en manos de la policía y no se ruboriza siquiera por el tratamiento inhumano de migrantes en sus fronteras, la desatención de la salud de su población (recordemos que el sistema sanitario tiene como rector al mercado) y, por supuesto, su suprema hipocresía al juzgar y sentenciar a los países que no respetan los derechos humanos.  La inflación afecta a los consumidores norteamericanos, mientras se evidencian retrocesos al perder la garantía del aborto por un fallo judicial.  La sociedad de la libertad es indolente a sus contradicciones estructurales y sus efectos.  El imperio norteamericano está en decadencia, no por ello ha perdido poder en su ámbito de influencia, particularmente sobre los países de su patio trasero.

Desde México hasta Chile, la ola progresista ha retomado posiciones, aunque con grandes desencantos y dudas, con respecto al período comprendido entre finales de los 90 y primera década del siglo XXI.  Pues si bien en varios países de la región, las opciones antineoliberales han llegado a ser gobierno, no se ha retomado el camino de la integración ni el relanzamiento de organismos regionales que otrora impulsaban una concepción de bloque para hacer frente a los países centrales y sus organizaciones.

El progresismo es hoy la corriente antisistema que mejor sostiene al sistema de explotación capitalista.  Pues al tiempo que asciende como pretensión de respuesta al neoliberalismo, se instala como freno de las luchas revolucionarias en ciernes, perpetuando el capitalismo, con mayor o menor agresividad, dependiendo del contexto.

Argentina atraviesa, una vez más, una profunda crisis caracterizada por la inflación y la devaluación del peso, lo que enfrenta al gobierno “progresista” con los sectores neoliberales, que reclaman más sector privado en detrimento de un Estado sometido por el FMI.  El descrédito del gobierno nacional entre los sectores de la izquierda argentina, refuerza la debilidad de un progresismo en el poder, sin base social.

En Panamá las manifestaciones producto del descontento popular, evidencian la desigualdad crónica de un país con crecimiento económico sostenido y acumulación capitalista que concentra riqueza en una parte minoritaria de la población, que a pesar de las concesiones del gobierno, para paliar el descontento, mantiene una estructura económica capitalista dependiente.  Es interesante observar que la diversidad en la composición de los grupos movilizados, dan cuenta de un sentir generalizado de rechazo al modelo imperante.  Como movimiento popular, las manifestaciones alcanzaron logros importantes para mitigar las carencias de las masas movilizadas, pero manteniéndose las bases intactas de un modelo inequitativo.

Cuba y Venezuela, se mantienen como referentes latinoamericanos de contradicción al imperialismo norteamericano.  En ambos casos, resistiendo al bloqueo y las medidas de presión económicas y comerciales que repercuten en el bienestar y posibilidad de satisfacción de necesidades de la población.  En el caso de Venezuela, a pesar del relajamiento de sanciones por parte del gobierno norteamericano, que han permitido que la proyección de crecimiento económico de Venezuela sea reconocida hasta por el propio FMI, la beligerancia se mantiene en diversos frentes, como el de mantener el reconocimiento de Guaidó como “presidente interino” y las acciones legales de la justicia británica que impide el acceso al oro venezolano.  La recuperación económica es lenta, pero responde al contexto de crisis internacional energética que interesa resolver en forma especial a los países centrales.

Chile avanza al referéndum para su nueva constitución con importantes cambios, pero con el fantasma de la desaprobación, al punto que el presidente Boric ha manifestado que de rechazarse el nuevo texto constitucional se impulsará un nuevo proceso constituyente. Hasta aquí el gobierno de Boric no marca diferencias sustanciales con los gobiernos “socialistas” pasados.

El pueblo chileno enfrenta un especial momento de cara al referendo aprobatorio de la nueva constitución, donde la tendencia al rechazo se mantiene por encima de la aprobación, acompañada de una baja aceptación del gobierno de Boric.  Lo que en 2019 fue un estallido que pudo derrocar al gobierno neoliberal de Piñera, podría concluir en una histórica derrota que refrendaría tácitamente el legado pinochetista.  Las propuestas de nueva constituyente, en caso de triunfar el rechazo (planteada ya por Boric), o de terceras vías (propuesta por Ricardo Lagos), solo da cuenta de la prevalencia de los grupos de poder que mantienen una postura de defensa del modelo de explotación de los recursos y del trabajo en Chile.  No es difícil pensar que en un nuevo proceso constituyente, la composición política de una nueva convención podría ser desfavorable para las fuerzas de izquierda.

En medio de la actual ola progresista de manifiesta debilidad ideológica, es de especial expectativa la elección de Gustavo Petro en Colombia, que ha anticipado mejores relaciones con la República Bolivariana de Venezuela, el llamado a las organizaciones político militares y su espíritu de crear condiciones para una paz necesaria y ansiada por el pueblo colombiano.  En su discurso de posesión rescató la necesidad de un Estado que garantice justicia en la redistribución de la riqueza y la participación popular y de sus organizaciones, además de un cumplimiento total de los acuerdos de paz que fueron irrespetados por el uribismo en el poder, a través del expresidente Duque.

Lula se afianza en su camino de retorno a la presidencia de un Brasil en el que la deforestación de la amazonía, el desprecio por la salud de la población durante la pandemia de Covid19 y los escándalos de corrupción han caracterizado el gobierno de Bolsonaro.  Siendo Lula el único de los presidentes que retorna al poder y que participó de la primera ola progresista, surgen preguntas sobre cómo se desempeñará la mayor economía de Sudamérica y qué efectos causará en sus pares progres.

En Perú la estabilidad macroeconómica y la inversión extranjera no se corresponden con las demandas populares y el poderoso entramado político empresarial de derecha continua el asedio al gobierno de Castillo que hoy tiene como oposición al propio partido que lo llevó al triunfo electoral.  La suma de un país impregnado de neoliberalismo más los medios que tienen claro su rol para la defensa del statu quo, son las condiciones que han vuelto ingobernable al país.

REALIDAD NACIONAL

Medida por el Producto Interno Bruto (PIB), la economía ecuatoriana ocupa el octavo lugar dentro de América Latina, después de Perú, Chile, Colombia, Argentina, México y Brasil (está última la mayor de toda la región), con aproximadamente 106 mil millones de dólares, en el año 2021.  Ubicándose por encima de República Dominicana, Guatemala, Panamá, Costa Rica, Uruguay, Venezuela, Paraguay, Bolivia.

Seguimos caracterizándonos como un país primario exportador, que tiene al petróleo como su principal fuente de divisas, alcanzando ingresos por aproximadamente 7 mil millones de dólares, en el año 2021.  El camarón, banano, enlatados de pescado, flores, cacao, oro, figuran entre los principales productos de exportación, después del petróleo.

A marzo de 2022, la deuda pública del Ecuador fue de 62 mil millones de dólares, equivalentes a aproximadamente el 57% del PIB, de los cuales 46 mil millones corresponde a deuda externa.  Los principales acreedores son los organismos multilaterales (FMI, Banco Mundial, BID, CAF).

El 25% de la población se encuentra en condición de pobreza y el 10,7% en condición de extrema pobreza, siendo mayores estos porcentajes en área rural, con el 42,9% y 22,7%, respectivamente. Cabe mencionar que estos porcentajes han mantenido una tendencia de incremento desde el año 2017 y alcanzaron su máximo durante el año 2020.

Con solo el 34% de empleo adecuado, el 93% de trabajadores asalariados se encuentran en el sector privado.  La mayor parte de la población económicamente activa se encuentra en la informalidad, sin gozar de beneficios ni seguridad social.  Con una mediana de ingresos mensuales de 342 dólares para la población ocupada, monto que está muy por debajo de la canasta básica ($ 751,04).  Los servicios es la rama que más población ocupada concentra, con el 33,9%, seguida de la agricultura y minas en donde se encuentran el 33,5% de personas empleadas; el comercio, la manufactura y la construcción, abarcan, respectivamente, 17,2%, 10% y 5,4% de la población ocupada.  La mayor tasa de desempleo se observa en Quito, con el 10%, seguido de Cuenca, con el 6,6%.  En Guayaquil la tasa de desempleo es el 4,9%.  Sin embargo, es Guayaquil la ciudad con la menor tasa de empleo adecuado y es Cuenca la ciudad con la más alta tasa.

Subempleo y desempleo siguen ganando integrantes para el ejército de reserva, mientras el discurso oficial es a favor de la precarización de las relaciones laborales, so pretexto de facilitar la incorporación de mano de obra.  Así, al mes de junio, el empleo adecuado es tan solo de un 34% de la población económicamente activa, con 4% de desempleo y 62% de empleo inadecuado, que incluye subempleo y empleo no remunerado.  Si bien el desempleo ha oscilado en los últimos diez años en torno al 4%, resulta insultante que la destrucción de empleo formal incremente la informalidad y la falta de remuneración en porcentajes no observados desde la aprobación de la Constitución de Montecristi.  Es el sector rural el que lleva la peor parte con el menor empleo adecuado y tres veces más empleo no remunerado, en comparación a las áreas urbanas.

Con reservas internacionales de alrededor de 8000 millones de dólares, un déficit presupuestario decreciente, mayores ingresos tributarios, altos precios del petróleo en el mercado internacional, el gobierno de Lasso ha preferido profundizar la crisis sanitaria y educativa con su inacción frente a las demandas populares, llegando a cumplir su primer año de gobierno caracterizado por una mentira constante heredada de su predecesor: el diálogo; utilizado como cliché para alardear de democrático cuando ni siquiera ha sido capaz de presentarse en los espacios de diálogo.

La vacunación contra el coronavirus, se ha convertido en la “vieja confiable” del gobierno para proyectar éxito en su gestión gubernamental, cuando en realidad hasta la vacunación tiene un estancamiento que refleja el estado de un Ministerio de Salud Pública incapaz de cumplir su rol de Autoridad Sanitaria Nacional.  Cabe mencionar que el empresariado se ha apoderado del éxito del proceso de vacunación aduciendo una alianza con el sector público, pero financiado todo con recursos públicos.

Emulando al caso peruano, Lasso y su ex ministro Cueva, se enfocaron en procurar estabilidad macroeconómica para dar tranquilidad a los mercados internacionales y los organismos multilaterales de crédito, al tiempo que han propuesto reformas legales que buscan responder a las exigencias neoliberales de esos mismos organismos.  Al final, el traslado de la carga de la deuda al bolsillo de los sectores de ingresos medios y bajos es lo que ha definido la estrategia de austeridad, reducción de déficit y fomento del imperio del mercado.  Lo que se dio a conocer como un mayor presupuesto general del Estado para el 2022, no alcanza en realidad ni siquiera los montos de antes de la pandemia.

El disparo de la violencia y la inseguridad aparece como la consecuencia lógica del desentendimiento del Estado frente a las necesidades populares, particularmente postpandemia, y el desmantelamiento de la institucionalidad pública.  No es de extrañarse que el colapso sostenido del sistema carcelario no tenga posibilidad real de una solución efectiva, mientras las condiciones que originan y perpetúan la criminalidad (especialmente la organizada) existen dentro y fuera de los recintos carcelarios.  La respuesta neoliberal a este colapso sostenido es la mayor represión, dentro y fuera de las cárceles, sin políticas públicas de mediano y largo plazo que prevengan desde lo estructural la criminalidad y el incremento de la población carcelaria.  A todas luces, el incremento de la violencia en diversos ámbitos de la sociedad son demostración del fracaso gubernamental y del securitismo que normaliza la violencia.

El rol regional del Ecuador es una cuestión de particular interés para los EE.UU., que aprovecha la orientación ideológica del gobierno de Lasso dado que, en el contexto de gobiernos sudamericanos, que rechazan el injerencismo norteamericano, la asunción al poder en Colombia de un gobierno de izquierda, se impone la necesidad de contar con un nuevo caballo de Troya para la región.  Así, la Ley de asociación Estados Unidos – Ecuador marca un hito en las intenciones de Washington de afianzar su influencia y contrarrestar la presencia de los países enemigos, que han puesto en riesgo la hegemonía norteamericana.  La designación de Ecuador como miembro no permanente del consejo de seguridad de la ONU, no será una oportunidad para impulsar la paz mundial, sino para alinearse al hegemón occidental.

En este escenario, varios gremios han jugado en función de sus intereses (campesinos de la costa, transportistas) al momento de presentarse como contradictores del gobierno, sin alcanzar representatividad amplia entre la población, sin intentar tampoco generar bloques de unidad.  Los sindicatos y centrales de trabajadores no son actores relevantes en la lucha política, manteniéndose como sujetos marginales que reaccionan limitadamente, pero que no abanderan ni representan los intereses generales de las y los trabajadores.  Las organizaciones político electorales se preocupan de salvaguardar sus intereses de grupo, ahondando la desconfianza popular en el sistema de partidos y movimientos, renunciando a principios e idearios para pretender “madurez” y “pragmatismo” a la hora de establecer acuerdos con sectores u organizaciones que se suponen diametralmente opuestas, dentro y fuera de la institucionalidad del Estado.  No hay proyecto alternativo, ni siquiera mínimamente en función de los preceptos constitucionales que hablan del “buen vivir”.

La despreocupación total del Estado por las necesidades reales de la población y de su rol como garante de derechos de la población, más su utilización por las élites económicas del país como instrumento que favorece la acumulación del gran capital, fue sumando descontento y rechazo de individuos, movimientos sociales y sectores populares de la población, que encuentra espacio de expresión en las redes sociales, sin movilización real ni construcción de alternativas políticas.  Es en este contexto que la CONAIE, se presenta como la única organización social con capacidad de movilización masiva que entra en escena en junio del presente año, mediante la convocatoria a un paro nacional, que arrancó como un intento de reedición de las movilizaciones de octubre de 2019.

Fueron 18 días de movilizaciones, principalmente en provincias de la sierra y amazonia que desnudaron el espíritu fascista de un gobierno débil en lo político y comunicacional y servil en lo económico y entreguista en su política exterior.  Fue este el contexto en el que se ha activado la persecución en el marco de la creación del enemigo interno, que ha puesto la mira en organizaciones políticas caracterizándolas como subversivas y develando una clarísima identidad ideológica, tanto al gobierno como a sus contradictores.

Conocido como es por todos nosotros el curso y los diversos hechos presentados durante las movilizaciones; las voces que reclamaban la salida de Lasso del gobierno fueron ganando volumen entre la masa, pero este reclamo no se replicó en el discurso de la dirigencia indígena.  Y si bien llegó a obligar a una Asamblea Nacional, pobre en credibilidad, a activar la discusión en torno al mecanismo constitucional de destitución, una vez más la Asamblea Nacional se demostró incapaz de interpretar su rol histórico, prevaleciendo el servilismo, el acomodo y muy posiblemente las negociaciones.  En esto es necesario resaltar el rol del Partido Comunista Ecuatoriano al haber promovido acertadamente la muerte cruzada como salida constitucional a la crisis nacional, que influenció políticamente al punto de modificar posiciones de varios actores que, lamentablemente, al final no fue suficiente para concretar la salida del poder de Lasso, ya que las negociaciones entre el gobierno y sus aliados ideológicos, y otros que han justificado la trinca de cualquier manera le dieron la estabilidad, además se suman los pactos de gobernabilidad y el silencio cómplice en momento decisivos y el oportunismo de otros sectores incluido el llamado “correísmo”. Estas aseveraciones no son presunciones descabelladas, sino antecedentes públicamente conocidos y denunciados, explican el curso de los acontecimientos.

Los medios de información alineados al gobierno neoliberal y al mantenimiento del sistema de inequidades, encubiertos en las consignas de libertad y derecho a la propiedad privada, jugaron un rol protagónico durante la paralización y posterior a la misma.  Vale mencionar como los análisis nunca se centraron en las causas coyunturales y estructurales de la movilización sino en las consecuencias que progresivamente desencadenaron los cierres de vías y las respuestas a la violencia de las fuerzas del Estado.

Las tibias concesiones del gobierno nacional en relación a las demandas de la CONAIE, expuestas en 10 puntos, como parte del llamado a la movilización, han llegado a la instalación de las mesas de diálogo, que si bien no dejan de ser espacios importantes para la disputa por medidas que apacigüen la represión gubernamental y concreten alivios inmediatos a la población general, no representan tampoco la posibilidad real de cambios estructurales que obliguen al Estado a cumplir sus deberes señalados en la constitución e ignorados por el gobierno. Al final, luego del paro, los neoliberales, siguen en el poder, fortalecidos y bien librados. Al momento ya se anuncia el fracaso de la mesas de diálogo y se siente el descontento de la base que se ha sentido usada y en consecuencia desmovilizada.

El escenario posterior al paro nacional genera diversas lecturas, pero también muchas y urgentes necesidades: la praxis de la unidad, la construcción de mensajes y acciones que posicionen la necesidad de una alternativa al neoliberalismo y, por supuesto, el redoblar esfuerzos para construir organización cuidándonos de un gobierno que ha modelado un enemigo mezclado de narcotráfico, terrorismo, mariateguismo y comunismo.

Luego del paro de junio, el gobierno de Lasso ha retomado una posición populista, que desvía la atención de la población general, teniendo entre lo más reciente la eliminación del examen “Transformar” para crear la falsa idea de libre ingreso a las universidades públicas, sin facilitar el crecimiento de la capacidad real de las instituciones de educación superior para atender la necesidad de acceso de las y los jóvenes que aspiran cursar una carrera profesional.  Los titulares de los medios de información nuevamente son copados por la delincuencia, la muerte y demás hechos que cultivan desesperanza, ahora en un tiempo electoral que trae nuevamente talentos de televisión, camisetazos, personajes reciclados y hasta la propuesta desaforada de federalismo expresada por el líder socialicristiano.

Ahora se anuncia la consulta popular que tendrá como sentido la destrucción de la institucionalidad y la participación ciudadana planteada en la constitución de Montecristi para afianzar el modelo de suplantación sin ataduras y continuar decidiendo desde los poderes económicos y facticos el control  de las funciones del estado; atacarán y tratarán a cuento de emprendimiento y crecimiento económico, medidas de flexibilización  laboral más agresivas a las vigentes y por supuesto, pretenderán consolidar el sistema neoliberal en temas como salud, seguridad social y otros. Será la oportunidad para decirle que no al gobierno de Lasso y al neoliberalismo.

Urge avanzar en los procesos profundamente ideológicos y poderosamente prácticos, que conjuguen el camino largo de consolidación de la más amplia unidad de izquierda con las más rápidas respuestas coyunturales para contrarresten la praxis neoliberal en Ecuador. En el marco de los 100 años de conmemorarse el asesinato de los obreros en guayaquil el 15 de noviembre de 1922, es el tiempo de convocarnos para esa gran unidad por un programa de mínimos que permitan la organización y unificación del campo popular contra el capitalismo.

Comité Central

Partido Comunista Ecuatoriano

Fuente: Partido Comunista Ecuatoriano