Genio y figura: El “Cabezón” Pichi, un obrero

CTA Argentina:

Se reía Pascual D´Errico, el “Cazafachos”, cuando lo contaba en Ancona, Italia, a su llegada desde la cárcel. Justo él, el secretario gremial de la UOM Villa, que era más conocido entre los suyos por su escasa habilidad para la diplomacia, decía que Alberto Piccinini, en Coronda, repetía una y otra vez “Tranquilidad, muchachos, tranquilidad”. Poco tiempo después, Pascual llegó a Amsterdam y se sacó unas fotos carnet en una máquina automática que había en el hall de la Estación Central. Había adelgazado cuarenta kilos a la sombra después de haber pesado ciento veinte y ahora, con un pucho en los labios, decía que se parecía a Rodolfo Bebán. “Si me viera el Cabeza no me pediría tranquilidad porque parezco tranquilo aquí en la foto”. Y se deshacía en carcajadas. En verdad, no se puede afirmar que Alberto fuera un calentón, pero tenía lo suyo. Ya había ingresado a la clínica por el avance de su enfermedad, la que le impedía recordar situaciones, nombres y caras pero que no había conseguido borrarle la sonrisa en ciertos momentos y un día, el menos pensado sin dudas, se topa en un pasillo con el Negro Galassi. El hombre había sido gerente de…

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