Otro 16 de junio

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El niño rememorará, una y otra vez, aquel ruido de los aviones. Una sucesión de vidas, vividas durante toda la vida, también es o puede ser una oportunidad cuando, desde la vida que estás viviendo, en éste u otro día, tu vida anterior se te aparece como necesidad de ponerla en presente. Volver a presentarla. Representarla. ¿Personajes? No, no sé si personajes o ánimas que, de la mano de la actuación se convirtieran en seres de carne y hueso. Tal vez, por el hecho de verlos desde aquí, desde este presente, aquellos otros presentes tengan algo de irreal y entonces, al traerlos, abandonan la ficción a la que los condenara el pasado y cobran una pátina no ficcional que, de otro modo, sería impensable. De hecho, las leyendas, los mitos, lo fantástico, nunca son pensables en sí mismos, por sí; vienen de una construcción que los antecede, que los perfila, que los define de a poco en sus trazos más gruesos y en los más delicados. Pero hay un paso del tiempo para que ello ocurra y ahí es cuando se hacen reales. Los presentes de aquellos tantos otros pasados fueron reales. Me reflejo en ese niño, por ejemplo, que a hurtadillas escapa del cuarto donde yace enferma su madre, del único cuarto que comparte con ella, con su hermana y con su padre en el conventillo que lo viera nacer. Tiene, en este día, poco más de cinco años. Llueve, o cree que llueve porque así lo recordará muchos años después. Sale a uno de los dos patios del conventillo y mira hacia el cielo. Luego, con sigilo, se dirige hacia el zaguán. Todavía no ha llegado a trasponer la puerta cancel cuando un ruido atronador, que estalla sobre su cabeza y luego se aleja con toda rapidez, lo paraliza al inicio del pasillo. Alcanza a ver a su padre que está en la vereda y que no repara en él porque está mirando hacia el cielo, hacia el lugar o en la dirección en que él sintió que el ruido se alejaba. El niño no tiene idea de la fecha en que vive. Pero es el 16 de junio de 1955 y los aviones Gloster Meteor que pasan a baja altura, con el estrépito característico que hacen los cazas a reacción, vuelan hacia la Plaza de Mayo. Nunca sabrá si esos aviones eran los que bombardearían la zona…

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