¡LUCHAR HASTA VENCER!

FARC-EP Segunda Marquetalia:

Al gobierno Duque ya no lo salva ni la represión violenta disfrazada de “asistencia militar”. Su decisión de lanzar al ejército contra el pueblo que, ardiendo de indignación está en las calles, es un intento vano de apagar el incendio arrojando gasolina al fuego. No entiende el títere que, entre más recurra a la violencia, más fuerza, más potencia y más audacia obtendrá como respuesta popular. La creciente revolucionaria del pueblo ya no la detiene nada, ni nadie. Tenemos que ir hasta el final, hasta la victoria. Del paro y la movilización, a los bloqueos y las barricadas, y desde estas, lanzarnos en marcha impetuosa de insurrección, al asalto del cielo, que es la toma del Palacio de Nariño, que es la toma del poder para tener en adelante solo gobiernos del pueblo y para el pueblo, gobiernos justos, incluyentes y garantes de la paz. La toma de Bogotá debiera convertirse en la toma del Palacio de Nariño, del Congreso de la República, del Palacio de justicia, de la Fiscalía General, de los medios de comunicación, para sacar de los poderes públicos a todos los corruptos y a los determinadores de la violencia y la pobreza. Duque es un tirano engreído, que no entiende que el pueblo es la inmensa mayoría y que es la fuerza que puede; que somos más, mucho más que la fuerza represiva que lo rodea. Somos millones y millones los alzados en lucha por una Colombia Nueva, estimulados por la certeza de que el pueblo uniformado sueña también nuestros mismos sueños de dignidad humana. Que los soldados no se dejen utilizar más por vándalos como Duque y Uribe, que han destruido la justicia social y el más importante de todos nuestros derechos, que es el de la paz. El deber en este caso llama a los soldados y policías a la insubordinación y a la desobediencia, y a volverle la espalda a generales desquiciados como Zapateiro y Vargas, y al ministro de defensa, que han ordenado disparar contra la población inerme. El ejército y la policía con sus mejores comandantes, deben pasarse al lado del pueblo, que es donde están los suyos, sus padres, sus hermanos, sus abuelos y sus amigos de siempre. Ese es su puesto. El fundador del ejército, el libertador Simón Bolívar, lo formó para que defendiera con su espada los derechos y las garantías sociales, no para que volviera sus armas…

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